Google es sinónimo de búsquedas en línea. Cerca del 90 por ciento de todas las búsquedas en la red se hace a través de Google, por lo que la empresa tiene una implicación enorme en el flujo de información en Internet.
Hace unos días, el presidente Trump acusó a Google de ese poder al eliminar a propósito artículos positivos acerca de su gobierno. Las afirmaciones de Trump fueron desacreditadas por los expertos en búsquedas e incluso por algunos opositores vehementes de Google, pero hicieron eco de una incomodidad creciente respecto de la influencia que las empresas tecnológicas tienen en lo que vemos en línea.
A medida que internet ha crecido en tamaño y complejidad, también ha aumentado la importancia del buscador de Google. Una pequeña modificación en su algoritmo puede redirigir enormes cantidades de tráfico web. Aun así, no muchas personas entienden bien cómo funciona su motor de búsqueda. Además, por buenas razones, Google trata de que sea un secreto.
Aquí te explicamos cómo funciona y por qué los expertos en búsquedas dicen que hay pocas evidencias que respalden los reclamos del presidente.
El secreto del algoritmo
Digamos que quieres hacer una búsqueda de «los beneficios del kale para la salud». Cuando comienzas a teclear, los sistemas computacionales de Google empiezan a filtrar su índice de los cientos de miles de millones de páginas web que utilizan esos términos exactos o una frase relacionada. (Google calcula que en inglés hay más de 53 millones de páginas que coinciden con «los beneficios para la salud de la col rizada o berza»). Entonces, Google organiza esas páginas mediante un algoritmo secreto.
Este considera cientos de factores. Aunque Google mantiene en secreto la mayor parte de los detalles de su fórmula de búsqueda, ha revelado algunas especificaciones sobre su funcionamiento.
Uno de los grandes avances del motor de búsqueda de Google fue una fórmula llamada PageRank, que lleva el apellido de Larry Page, uno de los fundadores de la compañía que ahora es director ejecutivo de Alphabet, su empresa matriz. PageRank trabaja con la premisa básica de que el valor de una página puede determinarse mediante la cantidad de sitios que redirigen a los usuarios a la misma. En los primeros días de las búsquedas en la red, este era un concepto novedoso, y ayudó a que Google superara a antiguos competidores como Yahoo y AltaVista.
El motor de búsqueda se ha sofisticado cada vez más a lo largo de los años. (El 4 de septiembre se cumplieron veinte años de su fundación). Además de PageRank, la empresa también ha dicho que el software revisa con cuánta frecuencia y en qué lugar de una página específica aparecen las palabras clave que se buscan, hace cuánto se creó el sitio (una señal de que la información es reciente) y la ubicación de la persona que hace la búsqueda.
Google dijo que no había grandes diferencias entre la manera en que selecciona artículos noticiosos y otros resultados de búsqueda, aunque algunos factores, como la fecha de creación de la página, tienen más importancia en las búsquedas de noticias.
El gigante tecnológico dice que revelar su fórmula les facilitaría el trabajo a quienes intentan manipular los resultados de búsqueda. Ya hay una industria artesanal de personas que se especializan en la optimización de los motores de búsqueda (SEO) y ayudan a que las páginas web de sus empresas tengan mayor visibilidad. Según la lógica, con un mayor entendimiento, los sitios basura y los anunciantes podrían desplazar a las páginas más relevantes de los principales resultados de búsqueda.
Desde luego, Google tiene otra razón para mantener en secreto la fórmula de su motor de búsqueda: está patentada. En su mayor parte, la empresa ha establecido su dominio en las búsquedas porque hizo un mejor trabajo al mostrar las mejores respuestas para una consulta específica. Google quiere evitar que sus competidores conozcan su algoritmo de búsqueda, así como Coca-Cola tampoco revela su receta.
Google señaló que la ideología política no era un factor en ningún aspecto de sus resultados de búsqueda. También dijo que el hecho de que un usuario sea conservador o liberal no es parte de la información reunida por la empresa, y que esta no categorizaba las páginas web según inclinaciones políticas.
No obstante, el escrutinio sobre la desinformación desatado después de la elección presidencial de 2016 obligó a Google a hacer un cambio en su algoritmo de búsqueda. En ese entonces, halló que el 0,25 por ciento de su tráfico diario estaba enlazado a información engañosa, falsa u ofensiva. Quería destacar lo que llamó contenido más «fidedigno» en los resultados de búsqueda. El cambio suscitó reclamos debido a que se había provocado una disminución drástica en el tráfico. Sin embargo, la organización que se quejó y todos los sitios que esta mencionó tienen tendencias de izquierda.
Depende de un ejército de «clasificadores» humanos para orientar la calidad de los resultados de búsqueda. Google tiene diez mil clasificadores en todo el mundo. Califican la calidad de los resultados de búsqueda para determinar si las páginas que aparecen primero proporcionan información competente, fidedigna y confiable.
Aunque los clasificadores no pueden cambiar directamente el funcionamiento del algoritmo de búsqueda, sus opiniones pueden resaltar problemas con páginas web específicas o puntos ciegos en la fórmula de búsqueda. Google publica los lineamientos que utilizan los clasificadores para determinar la calidad de las búsquedas.
No del todo. Cuando se creó, los resultados de búsqueda eran austeros, una lista de diez vínculos azules. El objetivo principal en ese entonces era proporcionar resultados relevantes para que la gente se dirigiera a ellos tan rápidamente como fuera posible. Eso ha cambiado significativamente a lo largo de los años. En vez de simplemente presentar enlaces, Google está incluyendo más información en sus páginas web, lo cual aumenta la tensión entre los editores y otros servicios, como el sitio de reseñas Yelp, que depende del buscador para dirigir el tráfico a sus páginas. Google ha argumentado que los usuarios visitan su sitio web para obtener más que solo enlaces; quieren información.
No obstante, conforme Google ha incorporado información sobre viajes, servicios de compras o reseñas de restaurantes y negocios locales en sus resultados de búsqueda, los competidores argumentan que está autodistribuyendo o dando preferencia a sus propios servicios por encima de sus rivales. La Unión Europea ha señalado que ese tipo de trato preferencial viola sus leyes antimonopolios.
También está el problema del sesgo oculto. Estas no son cuestiones acerca de predisposición deliberada contra una ideología política, como lo planteó Trump, sino de la manera en que los algoritmos o la inteligencia artificial involuntariamente amplificará los prejuicios societarios de las minorías, como las mujeres u otros grupos raciales.
La preocupación es que, puesto que muchos ingenieros de Google son hombres blancos o asiáticos, es menos probable que detecten problemas sutiles que enfrentan grupos subrepresentados. Su buscador, por ejemplo, tiene una función llamada autocompletar, que ofrece sugerencias de búsquedas en cuanto un usuario comienza a teclear. En el pasado, algunas de esas sugerencias incluían estereotipos racistas o sexistas.
Google ha dicho que está consciente de que estos tipos de prejuicios podrían infiltrarse en sus resultados de búsqueda, pero que se mantiene atenta para tratar de solucionar estos problemas. Ahora, cuando se comienza una búsqueda con la frase «Donald Trump es», las tres sugerencias principales de autocompletar son «demócrata», «un gran presidente» y «mi presidente».
Fuente: La Nación
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