La mayoría de las soluciones hoy contienen código Open Source, dejando atrás reservas sobre su madurez y fiabilidad. Las soluciones que implementaron las empresas argentinas y los desafíos.
“El Open Source triunfó… y a nadie le importa”, es la sentencia categórica de Daniel Coletti, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Software Libre (Cadesol), respecto a la situación actual del Open Source —o, como a él le gusta llamarlo, software libre— en el país. Su punto es bueno: toda la nube, con contadas excepciones, está basada sobre Open Source: Open stack como infraestructura, Apache o Nginx como servidores, MySQL o Maria DB como bases de datos, PHP como lenguaje, Xen o KVM como hipervisores y así siguiendo. Además, el 80 por ciento de los celulares tiene Android que es un tipo Linux. De hecho, la mayoría de los proyectos desarrollados últimamente (Docker, Kubernetes, Hadoop) han sido, prácticamente, Open Source nativos.
Pero no siempre fue la niña bonita. En su momento, en el año 2001, momentos difíciles en nuestro país, el Free and Open Source Software (FOSS) apareció como una alternativa atractiva para bajarlos costos basados en los sistemas de licenciamiento. En estos 15 años, sucedieron muchas cosas. Por un lado, esa madurez que alcanzó FOSS como producto le permitió alcanzar estándares y exigencias aceptables para las grandes empresas. Pero también la hizo atractiva para las grandes compañías tecnológicas que, desde Oracle hasta la propia Microsoft, han adoptado fuertemente FOSS como herramienta y plataforma de su propuesta. Por el otro, en cambio, el concepto de bajar los costos basados en licenciamiento se ha trasladado del FOSS a la nube. El hecho de que un producto sea FOSS en sí, ya no constituye argumento de venta, sino que ahora se priorizan características como flexibilidad, interoperabilidad, seguridad y rapidez de implementación.
En síntesis, el debate acerca de que una solución sea FOSS o no, ha quedado confinado más al ámbito de los especialistas en tecnología y los CIO —una posición que ha virado más hacia el negocio que hacia la técnica— no se adhieren con tanta rigurosidad a esas categorías. Los límites se borronean Para dar un poco de contexto, Coletti —que, además, es socio fundador de XTech, una de las primeras consultoras de software especializadas en FOSS— aclara:“Hay más Open Source que nunca, pero nadie reivindicó este hecho. Lo sabemos los que estamos en tecnología, los programadores, los dueños de empresas tecnológicas, pero cuantificar eso en porcentajes es imposible”. Y agrega:“En esa batalla del software libre contra el privativo, el arco quedó corrido. Cuando antes el tema era la licencia, hoy es la nube y detrás de la nube lo que está licenciado, lo que no y bajo qué licencias,se empieza a borronear”.
Las dos empresas basadas en FOSS más grandes en la Argentina son Red Hat y Suse / Microfocus. Ambas con historias diferentes y modelos de negocios semejantes pero no iguales. Red Hat existe desde 2007 y es probable que sea la empresa basada en un modelo de servicios sobre FOSS más grande del mundo. Aunque Suse/Microfocus no le va en saga, ya que su mercado original europeo le sigue siendo fiel, la historia de esta última es un tanto más tortuosa que la de la del sombrero rojo. Luego de varios reveses, fue comprada por la británica Microfocus, la que, recientemente, decidió volver a impulsar a Suse a través de su propia unidad de negocios.
Tanto en la Cámara de Software y Servicios Informáticos (Cessi), Cadesol, como en consultoras como IDC o Frost & Sullivan, no existen estudios acerca de la adopción del FOSS en el país o en la región. Tampoco es fácil recabar esa información porque, aun cuando hay empresas identificables que trabajan casi exclusivamente con esa tecnología, muchos de sus clientes combinan ese tipo de software con otros sistemas Legacy propietarios o privativos.
Mariano Morano, Country Manager para Argentina de Microfocus sos tiene, acerca de la situación actual de FOSS que “cada vez más se encuentran empresas que no son puramente Open Source o puramente corporativas. En el mundo SAP, por ejemplo, la utilización de plataformas Open Source está creciendo rápidamente”. “Muchas empresasle perdieron el miedo al open source, ya no piensan que son soluciones desarrolladas en garages o en laboratorios de universidades.” A lo que Morano añade: “Antes existía la polaridad de ‘sos Open Source o sos corporativo’». «Hace años que esto ya no existe, hoy los clientes encuentran que tienen que tomarlo mejor de cada cosa,” dice Jonatan Puente, Account Executive de Suse.
Es inevitable comparar el momento actual, con empresas obligadas a bajar costos y a optimizar sus performances, con lo que sucedía hace diez o quince años cuando los parámetros eran los mismos, quizás por otras razones. Sin embargo, los especialistas concuerdan en que hoy el argumento económico ya no tiene tanto peso.
Según Coletti, “lo que he visto en muchas Pyme es que aquello que hasta 2010 o 2012 podía tener una prevalencia, como que el software libre podía ser una alternativa para bajar costos, evitando licencias, cambió y se empezó a trasladar a la nube”. Morano explica: “Cuando salió el Open Source, se asociaba que libre era más barato o gratis. Hoy ya entendimos que gratis no es y es más importante la flexibilidad y soportar estándares. Hoy, el cliente difícilmente lo haga pasar exclusivamente por un tema monetario”. “Trabajar con open source da una flexibilidad, elasticidad, un time to market distinto, que no se da con otra tecnología. Por eso, digo que como tecnología está saliendo del closet, porque ya no produce el miedo que producía antes”, completa Puente.
Con los pies en la tierra
Los que saben de qué se trata, que tienen contacto directo con los clientes, conocen el día a día de una implementación y cuentan la historia sin los accesorios que ofrecen los departamentos de marketing, son los implementadores. Ya sean partners de grandes empresas, integradores o consultoras de software, lo cierto es que son ellos los que están más cerca del mundo real.
“En el año 2007, elegimos Open Source porque había una cantidad de soluciones de código abierto tremendas; había una para cada problema”, relata Claudia Sosa, directora comercial deGrowIT. Esta consultora fue, durante años, la referente del CRM FOSS líder de la gama, SugarCRM. En 2013, SugarCRM cerró su código y eso hace mucho más interesante la experiencia que cuenta Sosa: “Por la actual situación económica hay clientes que están bajando de las versiones licenciadas a las versiones gratuitas porque ya no las pueden seguir sosteniendo. En más de una ocasión, terminamos ayudando a nuestros clientes a bajar a la versión comunitaria”.
Mauprivez es director Ejecutivo de Disytel, una consultora de software que, además de ser representante oficial de SuiteCRM, el fork Open Source de SugarCRM, es la desarrolladora de Libertya, una versión de un ERP FOSS llamado OpenExpert ya hoy obsoleto. Concuerda con Sosa pero aclara:“Cuando estamos en épocas de relativa comodidad del tipo de cambio, los costos de mantenimiento dolarizados no inciden demasiado. En los períodos de inestabilidad cambiaria o donde la relación entre el peso y el dólar es más dolorosa, el costo incide y cambia las perspectivas de venta”.
Quien tiene un enfoque distinto es Leandro Monk, socio fundador de gcoop, la cooperativa de software libre fundada en 2007.“Lo que la cultura organizacional no te da, el software no presta. El software no va a hacer más productiva tu empresa, es una herramienta para que tus procesos productivos funcionen mejor. Por eso, es común encontrarte con gente disconforme del software que compra y, si es privativo, resulta una inversión muy importante para un resultado que no se obtiene. Si el software es libre, podés cambiar de proveedor, o desarrollar in house o bajar otro producto y probar. Si uno cuenta la cantidad de dispositivos hoy en día, celulares, tablets, servers, es muy probable que los que tengan sistemas operativos no Open Source representen una cantidad marginal.”
De todas formas, tamaños y colores
Hoy en día casi no hay emprendimiento que no tenga componentes libres u Open Source. Valen un par de ejemplos, de empresas de diferentes alcances. Bunge Argentina es una de las principales compañías de agronegocios del país. Entre otras actividades, integra la comercialización, la recepción y el almacenaje de granos y eso implica, en ocasiones, tener que administrarla entrada y salida en depósito y en puertos de aproximadamente 1.000 camiones por día. Eduardo Frigerio, líder de proyectos de Bunge Argentina estuvo a cargo de la renovación de todo este sistema de administración, basado en tableros electrónicos de automatización.
“Para hacerla renovación, elegimos Raspberry Pi (hardware libre) que tiene un sistema operativo basado en Debian (Raspbian), o sea el mismo software y las mismas herramientas que usamos para programar nuestros servidores” relata.“Usamos tecnología Java y los mismos desarrolladores que programan para nuestros servidores pueden programar para Raspbian”, cierra el ejecutivo. Con eso, redujeron a un tercio el costo de los tableros y disminuyeron notablemente el tiempo de reparación porque pudieron crear un sistema de sacar y poner.
Entornos múltiples
CMD es la Compañía de Medios Digitales del Grupo Clarín la que, a su vez, administra otras organizaciones.“Necesitaba un ERP donde pudiera incorporar compañías y organizaciones sin necesidad de un nuevo desarrollo cada vez, como sucedía hasta el momento” describió Alicia Guidoni, número dos de la gerencia de Sistemas. “Con el viejo ERP, la consultora nos pasaba tres meses de desarrollo. Ahora, con Libertya, agregar una organización nos lleva unas horas”, comenta. Los dos factores que influyeron en la elección de FOSS fueron el costo y “tomar, analizar y modificar el código según nuestras necesidades”. Pero no sirve solamente para las grandes empresas.
Silvio Bodnar es médico psiquiatra y psicoanalista. Trabaja en su consultorio y en un Instituto de Salud Mental. En ambos lugares, se vio en la disyuntiva de tener que actualizar los sistemas, tanto ofimáticos como de asignación de turnos.“Nos ofrecieron dos opciones: renovar todas las máquinas o revivirlas utilizando software libre” cuenta Bodnar.“Hicieron cuentas y les convenía mantenerlas computadoras actuales y utilizar FOSS. Hoy, las PC tienen Linux Mint y trabajan con Libreoffice y Thunderbird, entre otras aplicaciones. Y no nos fue difícil aprender a utilizar los nuevos programas. Fue cuestión de acostumbrarnos”, indica el especialista.
Es evidente que, en términos de sistemas operativos, infraestructura de data center, servidores de aplicaciones, el FOSS, como dice Coletti, ha triunfado. Distinto es el caso de las aplicaciones las que, si bien han madurado y, en muchos entornos, pueden competir exitosamente con sus alternativas propietarias o privativas, todavía siguen siendo claras ganadoras en ese sector. Eso sí, aún cuando no hay mucha solución local original, es raro que en cualquier proyecto de desarrollo comunitario de cualquier tamaño y profundidad —y eso incluye hasta el kernel de Linux— no incluya parte del talento argentino.
La culpa la tiene FOSS
Por supuesto, cuando se habla de cualquier tipo de implementación de casos, casi siempre se habla de éxito. Buscamos algún caso de fracaso, que los hay, pero nadie quiso declararlo. “No puedo escupir para arriba”, dijo alguien. Y es que muchas veces el fracaso no se debe tanto al producto sino a los que lo implementan o a cómo se pide. No son pocos los casos en los que el cliente no sabe exactamente qué es lo que quiere y entonces el implementador hace lo que le parece. Y también sucede, y esto es experiencia personal de quien escribe, que los implementadores no tienen la flexibilidad suficiente como para comprender que los clientes no tienen tanto conocimiento tecnológico como para “saber pedir” lo que necesitan de manera precisa. En cualquier caso, el resultado es el mismo: la culpa la tiene el producto FOSS. César Búa, Solution Architecture Manager para Argentina de Red Hat, explica cómo se percibe el crecimiento del FOSS: “Cada vez hay más compañías grandes, bancos, seguros, petroleras, que empiezan a mirar el open source más allá de Linux, en las capas que le siguen al sistema operativo, las alternativas a lo que tienen de los vendors tradicionales”.
Fuente: Infotechnology.com
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