El mayor centro de innovación global se reinventa con Big Data e Inteligencia Artificial; cómo impacta el triunfo de Donald Trump.
SAN JOSÉ, EE.UU.- El paisaje casi no cambia. Apenas unos pocos minutos hacia el sur de San Francisco, urbanizaciones de casas bajas, autopistas con tránsito constante y colinas de escasa vegetación se extienden en continuado por algo más de 50 kilómetros, en una escena que engaña. Porque detrás de esa fachada de calles tranquilas y calma aparente funciona el mayor polo de innovación tecnológica del mundo. «Un elemento clave que hace del Silicon Valley un espacio tan particular es la cultura de todo el ambiente», sostiene Edy Lingosari, chief research specialist y managing director de Accenture, en referencia a un ecosistema en el que se integran y se potencian universidades, empresas, incubadoras, emprendimientos y capitales de riesgo que financian la innovación. Un dato ilustra ese escenario: el Silicon Valley alberga un quinto de las 500 firmas presentes en el ranking Technology Fast 500, un listado elaborado por Deloitte con las empresas de mayor crecimiento del país.
El cambio constante es otra de las características que definen el ecosistema de este polo tecnológico, que pasó del trabajo con chips y semiconductores a la realidad aumentada, el big data y la inteligencia artificial, campos hoy en pleno auge. «Si se observa lo que ocurrió en los últimos 20 años en términos de innovación, el trabajo estuvo muy vinculado al software. Pero ahora el hardware es también cada vez más accesible y eso abrió un nuevo camino vinculado a los servicios», agrega Lingosari, quien lidera el Liquid Studio y el Accenture Tech Lab, dos iniciativas enfocadas en la experimentación y la innovación tecnológica que la empresa puso en marcha en el Silicon Valley. «Hay mucho trabajo en cuestiones vinculadas con el consumidor y el desarrollo de productos innovadores que combinan hardware, inteligencia artificial y software y brindan soluciones a asuntos cotidianos», agrega. En este segmento, quizás el mayor rubro de innovación esté vinculado con la revolución de los autos autónomos, un nicho en el que los protagonistas no son las automotrices tradicionales, sino firmas como Google, Uber, Apple o Tesla, todas afincadas en esta región de California.
El costo de pertenecer
Pero vivir y trabajar en este lugar también presenta sus desafíos. En la última década, llegaron 344.000 nuevos habitantes a los condados de San Francisco, Santa Clara y San Mateo, el corazón del Silicon Valley, y eso enardeció el mercado inmobiliario y convirtió a la región en una de las zonas más caras de los Estados Unidos. Hoy, el alquiler de un monoambiente en Palo Alto, localidad donde tiene sus oficinas Facebook, cuesta alrededor de US$ 2800 por mes, valores similares a los de Manhattan, mientras que en San Jose o Cupertino no bajan de los US$ 2500.
El fenómeno también se replica en el alquiler de locales comerciales, cuyo precio se incrementó alrededor del 60% en los últimos cuatro años. En una región donde tres de cada cuatro personas utilizan su auto para ir a trabajar, esa sobrepoblación también se refleja en el tránsito que diariamente congestiona las principales autopistas del lugar en las horas pico.
En el Silicon Valley pocos esperaban o querían una victoria en las elecciones presidenciales del magnate republicano Donald Trump. Su llegada a la Casa Blanca llenó de incertidumbre el horizonte económico del ecosistema de empresas y startups de la región, y el valor bursátil de compañías como Apple, Alphabet (Google) y Facebook perdió algunos puntos desde las elecciones.
«Vamos a hacer que Apple construya sus malditas computadoras y sus otras cosas en este país», supo enfatizar durante su campaña Trump, quien no oculta su afinidad con el uso de energías no renovables o su intención de elevar barreras impositivas a la importación de productos a los Estados Unidos, entre otras medidas con las que pretende impulsar la producción y el empleo industrial en un país en el cual, en noviembre, la tasa de desempleo cayó al 4,6%, la cifra más baja desde 2007.
Su iniciativa, no obstante, podría implicar un alza en los costos para las empresas que operan con una aceitada red de proveedores globales. Si se observa el caso de la empresa fundada por Steve Jobs, cuyos productos se distinguen por la inscripción «Designed by Apple in California. Assembled in China», 346 de sus 766 proveedores de insumos están radicados en el gigante asiático. E incluso si las compañías trasladaran su producción a suelo estadounidense, muchos consideran que el impacto en la dinámica laboral sería marginal, producto de la creciente automatización de los procesos productivos. «Hay mucho debate sobre el regreso de la producción industrial a Estados Unidos con un menor uso de mano de obra, incluso desde antes de la elección. El tema es cómo incorporar la fuerza de trabajo con el mismo nivel de productividad», plantea Lingosari, y agrega: «Los robots tienen que ser contenidos y operados, hay muchas tareas en cada proceso. Muchos piensan que la automatización es algo contra las personas, pero el desafío es combinar ambos factores, que seguramente generarán más productividad trabajando juntos».
Anti-Trump
Un polo de innovación contra el nuevo Potus.
Sin sorpresas
En Silicon Valley, Hillary Clinton se impuso con el 77% de los votos.
Visa en peligro
Trump anticipó que quiere eliminar la visa H-1B, que habilita a los extranjeros a trabajar en EE.UU., lo que podría afectar la dinámica de Silicon Valley.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/
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